miércoles, 28 de febrero de 2007

Now playing



Green day - Stuck with me



Si pudiera llevar un tema conmigo a donde sea, siempre sería ese.

martes, 27 de febrero de 2007

Basta de grises.

  • Chandon, o uvita fiesta?
  • Página 12, o Clarín?
  • Babel, o Amores perros?
  • Salir a caminar, o a ir andar en bici?
  • Carne, o pastas?
  • Independiente, o racing?
  • Stewie, o Brian?
  • Helado, o naranjú?
  • Fútbol, o tenis?
  • Joaquín Sabina, o Joaquín Levington?
  • DVD en casa, o Ir al cine?
  • Speed con Vodka, o Speed con Melón?
  • Pool, o Bowling?
  • Google, o Yahoo?
  • Lula, o Chávez?
  • Calor o frío?
  • Punk, o ska?
  • Fotolog, o blogger?
  • Alberti, o Capusotto?
  • Blanco, o Negro?

El sombrero

*Por Eduardo Pavlovsky


Cuando subí al taxi lo primero que me llamó la atención fue que el taxista llevaba sobre la cabeza un sombrero marrón claro con una faja roja y visiblemente ladeado sobre su cabeza. El hombre tendría entre 65 y 70 años, y silbaba muy alegremente. Pasé un rato observando su cabeza, había algo que me cautivaba, me seducía. El color, tal vez marrón muy clarito. La faja roja y el tono inclinado de su postura. Le quedaba muy bien y lo portaba con una elegancia singular. Diría yo que estaba orgulloso de su prenda.

–Lo felicito por su sombrero –le dije–. Le queda muy bien. Lo lleva muy bien.

–Eso es lo importante. No sólo ponérselo sino llevarlo con alegría. No sabe usted los sapos que me tuve que tragar con los pasajeros. Un señor sesentón me preguntó si yo tenía hijos. Le dije que dos. El agregó: “Y sus hijos no le dijeron que a su edad ese tipo de sombrero, encima ladeado, es un mamarracho, una falta de seriedad inconcebible”. “¡A mí me gusta mucho!”, le contesté. “Que le guste mucho no significa que no sea una actitud provocativa. Como si yo anduviera en calzoncillos en Cariló porque me gusta mucho. Además, ¡ese color no es para su edad!” Se bajó tremendamente ofuscado y haciendo gestos de desaprobación.

Una señora me preguntó de dónde había sacado ese sombrero. Le dije que se lo había visto puesto en una película francesa a Alain Delon y, cuando cumplí 60 años, me lo hice igualito y a medida. “¡De la mafia francesa tenía que salir! ¿Usted tiene familia?” “Enviudé a los 50 años y tengo dos hijos y un nieto.” “Hágalo por su nieto: cómprese una buena gorra y sáquese ese sombrero mafioso, hágalo por su nieto.”

La verdad es que yo no comprendía la relación que establecían entre mi familia y el sombrero. Pero parecía muy importante para ellos. La señora permaneció en silencio durante todo el viaje y al bajar me dijo: “Cómprese una buena gorra, no se olvide. Pero no de colores chirriantes, discreta”.

El colmo fue un señor que entró al coche y en la primera esquina me dijo que me detuviese y se bajó mientras gritaba: “¡Yo con putos no viajo!”.

Una adolescente me preguntó de dónde había sacado ese sombrero, que le dijera dónde lo podía comprar para usar en su disfraz en los próximos carnavales.

–Usted sabe una cosa, mister (me gustó lo de mister). Los domingos voy a comer un asado a lo de mi hermano que vive en una villa y nadie nunca me dijo nada allí y voy siempre con el sombrero puesto, y no me lo saco.

–Lo que pasa –le dije– es que aquí viaja la clase media, la del sentido común –le comenté–. Esos son los que tienen los prejuicios. El hombre común.

Pensé en esos momentos en una frase de Noé que dice que en Buenos Aires, donde a todo le tienen miedo, todo se resuelve con “colorcitos” y “tonitos”, y donde el concepto que regula es el de la “justa medida”.

–Yo lo estuve pensando mucho y llegué a una conclusión. La gente no aguanta que uno la pase bien. En general la gente no se anima a hacer las cosas que le gustan. Se sienten frustrados toda la vida. Mi sombrero es todo lo que ellos no se animaron a hacer por miedo, por temor a la crítica. Estoy seguro. Cuando ven un laburante con un sombrero original, sufren. No se lo bancan.

Yo quise a una sola mujer y cuando se murió ella tenía 45 años. Estuve 25 años enamorado de ella. Después, un gran vacío insoportable –algunas minitas–, pero nunca la pude olvidar. El amor que sentía por esa mujer fue y será irremplazable. Si le digo la verdad, yo me he sentido siempre muy feliz. Viví una vida digna. Siempre hice lo que quise. La muerte de mi mujer fue el golpe más fuerte que tuve en mi vida. Pero estoy seguro de que a ella le hubiera gustado mucho. En el fondo creo que me lo pongo para ella. A ella le gustaba mi coquetería. La enorgullecía.

Ahora aprendí a festejarme, ponerme el sombrero de Alain Delon me hace bien. Me lo merezco. Nunca tuve vergüenza. Mis hijos me dicen: “¿Hoy salís con el sombrero, viejo?”. Me quieren. Saben que estoy contento cuando me lo pongo. Que estoy orgulloso. “Vos estás más alegre desde que usás ese sombrero”, me dicen. La primera vez que fui a la villa a comer un asado y vieron que me llevaba el sombrero, mis hijos me acompañaron. Tenían miedo por las cargadas pesadas. Nadie nunca me dijo nada. En la villa no son prejuiciosos. Pero ahora, en mis 70 años, cometí un solo error...

–¿Cuál? –le pregunté.

–Me enamoré hace dos meses de una pendeja de 30. Hay un proverbio árabe que dice que el amor a esta edad se sufre mucho. Estoy como loco.

–Escúcheme, mi amigo –le dije–. El amor a su edad, lo que usted siente es lo importante. ¡Usted está vivo! ¡Más vivo que nunca! Lo importante es haberse animado a enamorarse, sentir todas las alegrías y los dolores del mundo. El amor es como su sombrero. Es el riesgo de vivir intensamente. Usted no se jubiló de la vida. Deje que el amor lo invada. Es una transfusión de vida.

Ahí el taxi paró en Astilleros y Sucre. El se dio vuelta y me dijo con los ojos llenos de lágrimas: “Gracias, hermano, sus palabras me hacen bien. Yo no estoy jubilado de la vida. Es cierto”. Me dio la mano y yo se la di también. Los dos estábamos llorando. Pero era un llanto lindo. Libre de prejuicios. No éramos hombres comunes.



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Risa, remedio infalible


... y con esta cosa siempre da resultado


:-)

Autocrítica

Como pienso, como soy, lo que hago... a veces me doy asco. Lo bueno de eso es que me doy cuenta. Hay gente de mierda que se mira al espejo y se creen lo más. Idiotas.

lunes, 26 de febrero de 2007

BULL SHIT!

Lo que mata es la humedad.
Con Menem estabamos mejor.
Cuando aceptas donar órganos, y te internan por algo, te asesinan para poder donar tus órganos.
Si deseas mucho, se cumple.
Si mezclas vino y sandía te morís.
Si comés y te metés a la pileta te morís.
Si te masturbás te salen pelos en la mano.
El que invirtió dólares, recibirá dólares
Las calladitas son las peores.
El pasado siempre fue mejor.
Al que madruga dios lo ayuda.
Dios.
Si jugás con fuego te hacés pis en la cama.
Soy un Pelotudo, y estoy orgulloso de serlo.
No nos llames, dejá que nosotros te llamamos.
Pie grande = pene grande
Los pobres son pobres porque no quieren estudiar.
El que no trabaja es porque no quiere.
Tengo mucho talento por demostrar (Iliana Calabró)

domingo, 25 de febrero de 2007

Voy a ser mamá

No puedo entender como todavía se sigue llamando "sexo debil" a la mujer después de todo lo que tiene que pasar durante una etapa como es la del embarazo. Tampoco puedo imaginarme el dolor que debe causar el paso de una cosa de tres o cuatro kilos, por un agujerito RELATIVAMENTE chico (tú sabes...), teniendo que cortar la "zona" algunas veces, tal como se deshuesa un pollo... o abriendo un costado si es que la cosa viene muy grande (cesárea).

Sumado a eso: sentir las patadas del alienígena, antojos, vómitos, mareos, estrías (estiramiento irreversible de la piel), cloasma (manchas que aparecen principalmente en la cara), pies hinchados, cuarentena, depresión post parto, mal dormir... y la lista puede seguir hasta mañana.

Sin dudas todo esto tiene su recompensa vale aclarar. Pero bueno, la cosa es que...



voy a ser mamá :)






algún día, claro :P

Tener un hijo, plantar un árbol, escribir un libro...

... y todo eso para qué?

El refrán árabe y título de la entrada (que alguna vez fue atribuído erroneamente a José Martí) encuentra propicias esas tres acciones como algo importante para hacer en la vida, pero analicémos...

Tener un hijo puede ser una de las cosas más lindas, y el proceso de su concepción pelea por liderar entre los primeros puestos del ranking de placeres. Pero... ¿y si te sale hincha de racing? ''lo ahogo en un balde'' diría un amigo... y yo, si pudiera saber con anticipación tal aberración, me haría asexual, o un aborto.

Plantar un árbol. Liberan oxígeno, dan sombra, a veces flores... bueno no tengo nada en contra de los amigos árboles, pero ¿escribir un libro? ¿el árabe no estaba al tanto del quilombo que implica hacer eso? Bueno, en realidad sólo dice que hay que escribirlo, pero es algo implícito su publicación y eso lleva a:

- definir su formato
- tipo de encuadernación
- realizar correcciones
- firmar contrato con la editoral
- llevar a cabo los trámites legales
- tener papis adinerados
- muchas cosas más

En fin.

En términos generales la frase se refiere a la perdurabilidad y no es algo que me interese mucho. De todas formas puedo decir orgullosamente que, hasta ahora:

No tengo hij@ pero sí ahijada
No planté un árbol pero alguna vez he regado alguno
No escribí un libro pero me hice un blog...

Bueno... estoy cerca, no?

sábado, 24 de febrero de 2007

1, 2, 3 probando

Perfecto. Tengo blog