Siempre lo sospeché, pero hoy lo confirmo sin dejar lugar a dudas: cuando deseo bien fuerte algo, se cumple. Y (¿lamentablemente?) no estoy hablando de desear una isla privada con un yate, ni bienes materiales, sino de desear algo para otro ser, desde el corazón. ¿Qué bien no? Ahora, hay un pequeño e incontrolable desperfecto en todo este tema: muchas veces suele jugarme en contra y lo logra con increíbles jugadas maradoneanas cuáles confluyen en un sólo pensamiento de gol:
¡que put* sarcástica que es la vida!
Me encanta...
jueves, 10 de abril de 2008
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