martes, 10 de abril de 2007

Historias de restobar

Los mismos días y a la misma hora, él y su mal humor visitaban el mismo restaurante. Se situaba en la misma mesa, que lo esperaba con un plato extra, un cenicero especial y demás mañas. Su disconformidad ante cualquier error o detalle, era motivo suficiente para que pusiera el grito en el cielo. Por ese motivo, las camareras del lugar no deseaban atenderlo. A ninguna les importaba sus generosas propinas. Todas preferían una noche tranquila, a ser maltratadas. Pero alguna tenía que hacerlo... asi que la última chica en incorporarse a ese lugar, fue quién tuvo que hacer el trabajo pesado, o en otras palabras: pagar el derecho de piso. Así que suspiró, tomó la carta, y se dirigió hacia la mesa número once. ''Hola, buenas noches, le dejo el menú''. Con una sonrisa y amabilidad, volvía a pronunciar la misma frase que ya la empezaba a agotar. Anotó su pedido sin problemas, y recordando la única y desastroza vez que tuvo que destapar un vino, maldijo por lo bajo el tener que hacerlo nuevamente y ante esa persona. ''Por más bien que lo haga, igual le va a molestar'' pensó. Asi que resignada y sin preocupaciones, fue hasta la mesa.

Apenas apoyó el vino tinto recibió la primera indicación:

- ''La etiqueta hacia adelante''.
-''Cierto'' sonreía mientras por dentro pensaba ''y eso que todavía no vió nada, JA''.
- ''Sos nueva?''
- ''Si'' le contestó, mientras intentaba quitar el maldito corcho que no quería salir.
- ''El envoltorio se saca en todo el pico . Acá no te enseñan nada?''
- ...

Se mostraba molesto. Tanto que, apenas terminó de cenar, ni siquiera pidió la cuenta desde la mesa: se dirigió directamente a la caja. Pagó y se retiró enojado, con la camarera, con el restaurant, o con el mundo... Quién sabe.

Unos días después volvió. Ésta vez con más indicaciones, retos, enojos... y con una frase nueva: ''Te digo las cosas para que aprendas''.

Y todas las semanas igual. Hasta que se le acabaron los retos, y siguió con las idioteces: la invitó a salir.

Ante las negativas, él intentaba nuevamente, pero esta vez prometiendo desde viajes, hasta un auto. No lo decía, pero era algo implícito que todo iba a cambio de algún favor sexual. Entonces, apenas lo veía llegar, se sentía incomoda. Podía llenarlo de puteadas y estaría bien. Podía optar por esquivarlo como lo hacían sus colegas, y estaría bien. Sin embargo, recordó los primeros días en que él le marcaba sus errores, con enojo pero con paciencia. Asi que optó por hacer lo mismo. Esperó a que vuelva a la carga nuevamente, y cuando sucedió, le dijo: ''Las prostitutas se buscan en el rubro 59. Nadie le enseña nada?''

Él no volvió a pisar el restaurante.

Ella riéndose, explicaba ante sus compañeras: ''sólo lo dije para que aprenda''.




¿Continuará?

2 comentarios:

fffffff dijo...

naychu, tu blog es una belleza!
te agregué al msn pero ese mail, es muy asqueroso!

Anónimo dijo...

Tendrias que dedicarte a escribir cuentos cortos ;)